Fundación Alexandra Colony
TAREAS FUNDACIONALES
El 11 de octubre de 1870, la Cámara de Representantes de la provincia de Santa Fe, dictó la ley por la que le fue reconocida la tierra, a los empresarios colonizadores e integrantes del banco londinense J. Thomson, T. Bonar & Cía., y que por contrato correspondían veintiocho leguas cuadradas en tierras ubicadas en el paraje conocido como Pájaro Blanco, al norte de la Reducción de San Javier, en el llamado Chaco Santafesino.
En aquel lugar, en una manifiesta lomada ubicada en el centro del terreno que fuera especialmente elegido por el ingeniero Francisco Ignacio Rickard, el joven Andrés Weguelin -hijo del Director del banco inglés- levantó provisorias carpas y comenzó el acopio del material para construir una empalizada de aproximadamente ciento treinta metros en sus cuatro costados, y en su interior una pequeña vivienda de paredes de ladrillos y techo de paja cocida y dos corrales para encerrar los animales vacunos y yeguarizaos.
A este reducido poblado y el que se forme en el futuro, lo denominó Santa Catalina, pretendía que en él se concentraran las tareas de preparación de la nueva colonia que denominó “Alexandra Colony”.
Con la imposición de este nombre de mujer pretendía rendir un homenaje a la entonces Princesa de Gales -una bonita mujer de origen dinamarqués que era muy querida por el pueblo británico-, la esposa de Eduardo, hijo de la reina Victoria y el heredero de la corona.
Mientras el Agr. Edwin Hudson desarrollaba tareas de mensura, amojonamiento, delimitación del terreno y proyectaba el alambrado de los lotes o concesiones, Weguelin concretó la instalación de un gran “barcacho” que serviría de barco pontón en el puerto de la colonia, sobre la margen oeste del río Paraná.
Así se expresa en una carta del 27 de octubre que dirige a Percy Heurtley en Buenos Aires, afirmando que durantes días “hemos vagado por esos bañados y cabalgando en medio de pajonales hasta nuestros cuellos, bajo el abrasador sol de octubre”, logrando finalmente trazar un camino o ruta que lo conduciría desde la colonia, al puerto sobre el Paraná.
Serán muchas las tareas propias que darán inicio a un proyecto de semejante envergadura y, como sufrían casi diarios ataques de los indios, decidió la paralización de las tareas fuera de la empalizada, fundamentalmente las de mensura del terreno, ya que afirma que sin una escolta de al menos veinte hombres sería imposible su realización.
Imprevistamente Weguelin retornó en el mes de febrero de 1871 a Londres para entrevistarse con su hermano Christopher, y dar las explicaciones de lo realizado y además dedicarse a la búsqueda de los posibles emigrantes europeos.
Asimismo, fue convocado a Londres el Ing. Rickard, quien había realizado el estudio de la ubicación geográfica del emprendimiento, la calidad de su tierra y aguas, las siembras que podrían realizarse en ella y demás condiciones para que los inmigrantes pudieran acceder a una parcela. Análisis publicado en Londres, el 1 de febrero de 1871 con el título: “La Provincia de Santa Fe, como campo de inmigración y colonización”.
El joven Weguelin aprovechó su permanencia en Londres para tomar contacto con el Rev. Frederich Snow Pendleton, quien se había desempeñado como Capellán de la Legación Británica en Montevideo y había sido protector de los inmigrantes italianos valdenses en el Uruguay, y en ese momento ya había retornado a Europa.
Se convino que el pastor de la Iglesia Anglicana se encargaría de promocionar la nueva colonia británica en la Argentina, visitando los Valles Valdenses en el piamonte italiano, para convencer a las familias que emigren hacia la “Alexandra Colony”.
Andrés Weguelin retornó en la nave RMS.”Neva”, arribando al puerto de Montevideo, el 8 de septiembre de 1871 para dirigirse luego, a su recién fundada colonia y retomar la dirección de las tareas.
Transcurrían los días y el desarrollo de la colonia se realizaba con los inconvenientes naturales, ya se habían radicado dos familias inglesas, dos irlandesas y dos vaco españolas y el 2 de septiembre arribó desde el Uruguay Jean Pierre Baridón y su familia, que acompañado por otras tres familias, todas de origen italiano valdense. Weguelin acuerda con Baridón que -atento sus antecedentes como colonizador en el Uruguay- sería el Director del sector de la colonia que formarían los inmigrantes valdenses.
En la mañana del día lunes 9 de octubre, pasadas las 9 horas, Weguelin propuso continuar con la mensura de la tierra y delimitar cada una de las chacras para los diversos colonos, quienes ya habían comenzado a llegar, esperándose el arribo de una importante cantidad de inmigrantes italianos para mediados del próximo año. Esa mañana el agrimensor William Bailey junto a un par de peones, se anticiparon y salieron con los elementos de la mensura y se dirigieron a los terrenos de la colonia, ubicados al noreste de la población, muy cerca de la costa del río.
Repentinamente algunos hombres gritaron que los indios en malón habían arribado al lugar formando un grupo de unos diez hombres a caballo, pasaron cerca de la puerta del fuerte y se dirigieron hacia las vacas y caballos que pastaban, aproximadamente a unos trescientos metros de distancia y afuera de la empalizada.
Weguelin esperaba que se le terminara de ensillar su caballo para acompañar a los agrimensores, al ver lo que ocurría saltó sobre el mismo para seguirlos, pero no llevaba armas largas, sólo un revolver y aunque los empleados presentes en el lugar le gritaron que no fuera solo, partió raudamente al encuentro de los atacantes y en defensa de un joven valdense que estaba encargado del cuidado de la hacienda.
Etienne Rostán, era joven de tan solo 16 años de edad de nacionalidad italiana-valdense, que de a pie arriaba el ganado hacia la empalizada y estaba aproximadamente a trescientos metros del fuerte, dos indios cayeron sobre él. Hizo un disparo defensivo con su revolver contra el primer atacante que cayó herido, corriendo inmediatamente para reunirse con los otros compañeros en busca de auxilio. Otros indios se volvieron sobre él y con varios golpes de lanza le produjeron una horrenda muerte.
Sólo el joven Weguelin demostró un acto de heroísmo al lanzarse en auxilio del pobre Etienne Rostán, el resto de los hombres permanecieron atónitos con lo que ocurría frente a ellos y todos sin caballos. Weguelin galopaba hacia el jovencito para auxiliarlo, pero es interceptado por otros cuatro indios y corrió la misma suerte: recibió ocho o nueve golpes de lanzas y murió inmediatamente en el campo.
Extractamos de la carta de Juan Pedro Baridón el siguiente párrafo, que es remitida a los Valles con la triste noticia: “El 9, ayer a las 10 horas, Etienne Rostán a muerto, también el Sr. Weguelin. El Director escribió en ese momento la ceremonia fúnebre y, como los dos han muertos juntos, le hicimos un ataúd a cada uno, los dos iguales, cada uno de los ataúdes llevan escrito en hierro blanco, la edad y el nombre. Los sepultamos en una misma fosa, a dos metros de profundidad, uno al lado del otro. Ellos han muerto juntos, los dos reposan juntos, ha dicho el Director; los dos son protestantes. A cada uno le fue leído la oración fúnebre y la liturgia en su lengua, eso es todo” .
Todos los que permanecían en el interior del fuerte, aproximadamente unos treinta hombres bien armados, fueron sorprendidos por ese malón de no más de diez hombres, provistos solamente de lanzas. Pasado el mismo, resultó que Weguelin y Rostán fueron asesinados y la colonia se quedó sin un solo animal, ya que arriaron todas las vacas y caballos que pastaban fuera de la empalizada.
Ambos fueron sepultados en el que será un prematuro e improvisado “Cementerio de la Administración”.
COLONIZACION
La colonia había sido proyectada para que la poblaran tres grupos de inmigrantes de diferentes nacionalidades: ingleses, italianos valdenses y suizos.
Estaba en formación en la parte sur, por el grupo más importante arribado a la colonia, el de los valdenses, en el paraje conocido como Los Corrales (hoy: Corralitos), debía estar al frente de ellos como su director Juan Pedro Baridón.
Al centro se ubicaban las instalaciones de la administración de la empresa y una porción de terreno de aproximadamente una milla cuadrada reservada para la villa o pueblo Santa Catalina.
Al norte de este lugar se habían radicado las familias de origen inglés y otras nacionalidades, y en el extremo norte de la colonia, se esperaba radicar a numerosas familias de nacionalidad suiza, estando una persona comisionada para ello en Europa.
En la delineación de la colonia, se había asignado a cada concesión una superficie de 100 acres, o sea, 25 cuadras cuadradas cada una, y a ellos se los denominó block; que estaban numerados correlativamente. Desde “Los Corrales” hasta la zona de la Administración, los lotes habían sido totalmente alambrados.
Cada chacra tenía un precio de $f. 312 (pesos fuertes), el colono suscribía un compromiso en el que se establecía la forma de pago. Si se realizaba durante el primer año, se beneficiaba con un descuento de un 20%, en caso contrario, tenía un plazo de cuatro años para pagarlo, con un interés del 10% anual. Canceladas todas las deudas, recién el colono tenía derecho al título de propiedad de la tierra.
Cada familia, además tendrá a su disposición en calidad de adelanto, ganado, semillas e instrumentos agrícolas variados y manutención, hasta un valor de $f. 250, que pueden ser reembolsados en el término de 3 años, con un interés del 10% anual.
Esto es lo que se les ofrecía a los colonos por parte de los empresarios al inicio de la colonización. En 1872 la “Alexandra Colony” contaba con una hacienda de 430 cabezas, entre bueyes de labor, vacas lecheras, caballos, yeguas y ganado vacuno. En cuanto a maquinarias poseía: un vaporcito para traslados, una chata de hierro para cargas, un vapor de caminos y una trilladora Robey, un molino a vapor, una máquina de hacer ladrillos, máquinas de segar, diversos arados e instrumentos de agricultura.
También un gran almacén y depósito de mercancías, una herrería, una carpintería, una panadería y una carnicería.
ADMINISTRACION DESORDENADA
Los edificios sede de la administración construidos de ladrillos con techo de paja, se encontraban en una superficie de aproximadamente una cuadra, rodeados por una empalizada de ñandubay a pique, fueron reemplazados por una importante casa de ladrillos y techo de tejas y varios galpones con techo de chapas de zinc.
Imaginemos que todos los colonos y especialmente los valdenses, en su anhelo de hacer suya una porción de tierra e inmediatamente establecerse en ella para cultivarla, se comprometieron y sus obligaciones las pagarían con el fruto de su trabajo.
Desde Londres el Rev. Pendleton escribe Baridón:”Hice saber a los Sres. Thomson Bonar y Cía, que los colonos se quejan del precio de los productos del almacén, de los errores que se encuentran en sus cuentas, en su perjuicio; los animales, tales como los bueyes para trabajar, las vacas para ordeñar, los caballos, etc., hacen falta en la Colonia; la Administración es muy lenta en sus operaciones al lado de los colonos y estos sufren las consecuencias, la administración se niega a dar créditos a los colonos para ayudarlos, en lo que ellos necesiten”. “…hay desconfianza por el Sr. Fisher, graves errores se encuentran en sus libros de cuentas….los arados de Howard son muy gruesos para desmontar el terreno”.
No olvidemos que casi todos los colonos valdenses eran pobres, y que esa pobreza, la miseria y el hambre, los había hecho emigrar de su tierra, por eso los deseos de progresar en esta tierra.
Dada esa situación, el mal trato que continuamente recibían de los administradores ingleses, el 29 de abril, los jefe de las familias escriben reclamando la presencia en el lugar, del benefactor de los valdenses, el Rev. Pendleton.
La colonización avanzaba lenta y pesadamente y no era de fácil realización, todo se complicaba y terminaba por perjudicar a esperanzados inmigrantes, que querían convertirse en prósperos colonos.
En el mes de octubre, Arturo Powys y el Mayor Rickard visitan Londres pretendiendo resolver problemas de la desorganizada colonización; Richard, no regresó de inmediato sino que debió permanecer en la ciudad, por varios días por razones de enfermedad.
El 9 de agosto, parte de Londres para hacerse cargo de la colonia, quien será su nuevo Director residente, Roberto D. Balfour, hermano del cuñado del señor Weguelin.
Estaban radicadas en ella, 53 familias valdenses, 14 familias inglesas, 12 familias de diferente origen, español, francés, portugués, alemán y suizo y un centenar y medio de hombres y mujeres solteros.
La fértil y virgen tierra estaba, los colonos radicados en ella, pero reinaba la desorganización, para atender a tantas personas. Escaseaban los bueyes para el trabajo, y también los vacunos y los caballos, que no se entregaban según lo convenido.
Muchas familias se habían instalado y construido sus sencillas viviendas de paredes de ladrillos o de adobe con techo de paja en dos aguas, sus cercos, los corrales, a su costado las huertas con toda clase de legumbre y verduras y plantaban naranjales, para que cuando florezcan, sus azahares perfumen el lugar.
Otros, preparaban la tierra para sembrar el trigo y el maíz, y extraían la madera y la leña de los espesos montes.
Pero en algunos casos, había transcurrido el año desde que estaban en el lugar y el colono, no había recibido los animales para la labranza, siendo que lo primero que debía hacerse en estos casos, es comenzar por roturar la tierra y se sumaba, la demora en el otorgamiento de los créditos solicitados por los colonos, sin dudas por una desordenada y deficiente administración. En algunos casos llegaron a negarles el otorgamiento del crédito.
Se cometieron excesos de todo tipo, el administrador Charles Webster había sido autorizado a la creación de una moneda propia, fue descubierta la ilegítima práctica por el Juez de Paz señor Germán Soechting, lo que denuncia a las autoridades provinciales, en estos términos:”multé al individuo José Chámora por pendencia en cuatro patacones. Al pagarme este la multa, me dio en pago un billete de $4.- firmado por C.H.Webster, actual Administrador de esta Colonia, ya hace algún tiempo que llegó a mi conocimiento que en esta Administración hacían billetes de banco…”
El gran almacén y depósito, existente junto al edificio de la administración recientemente terminado, en los cuales se encontraban provisiones e instrumentos agrícolas de todo tipo, que eran necesarios para el mantenimiento, alimentación y trabajo, debían venderse a precios corrientes, según lo prometido. En realidad, ocurría un evidente abuso en el manejo de las mercancías, se cobraban precios abusivos, había frecuentes errores en las cuentas, siempre a favor de los empresarios y en perjuicio de los colonos y la atención se realizaba en horarios inapropiados, ya que entorpecían o directamente impedían la continuidad del trabajo agrícola en los campos.
Pese que la administración inglesa siempre solicitaba paciencia, los tiempos eran duros y la situación difícil y además, no existía la necesaria buena voluntad de parte de los empresarios, para solucionar los problemas que tuvieran los colonos. Más bien existía desinteligencia entre quienes dirigían y los colonos, entre ingleses y valdenses. No existía concordancia, el necesario acuerdo para llevar adelante un proyecto, un emprendimiento que les era común a ambos y el tesorero de la administración, señor Fisher será una persona cuestionada por los colonos.
La desazón de los primeros días tras el arribo, que sufrieron los valdenses, se fue transformando paulatinamente en desesperación y desesperanza de muchos.
Esos inmigrantes que habían sido traídos desde los Valles, especialmente para colonizar estas tierras, no se les ofrecía los elementos necesarios para demostrar que no había otros labradores más tenaces, o resistentes a las inclemencias del tiempo como ellos. Aunque venían del valle o la ciudad, sus padres y abuelos vivieron en la dura y pobre montaña. Todos habían forjado un carácter tenaz, que resistía a porfía todo lo que se les opusiera a sus propósitos.
Eran además, hombres honestos a toda prueba, de una difícil obstinación, característica de su profundo ser moral. Tenían espíritu ahorrativo, que se acercaba casi a la mezquindad.
Esta anécdota, ha llegado hasta nosotros y refleja cómo vivían los primeros días, los valdenses en la Colonia, desconociendo los peligros que presentaba la nueva tierra: “Era verano; un día sofocante de verano, a la hora de la siesta. La esposa sale a buscar algo al patio ardiente bajo el sol y retorna rápidamente toda alarmada. Y comunica a los hombres en la cocina que ha visto “un brut chatás sut’ al furn”* Ellos salen a verificar el hecho y vuelven a armarse con sus Remingtons. Rápidamente y sin mayores aprehensiones dán muerte al gato, que había hallado refugio fresco -pero inseguro por lo visto- bajo el horno. La sangre se les hiela más tarde, cuando los vecinos a los cuales muestran la pieza cobrada, les comunica que se trata de un tigre (yaguareté) de regular tamaño.”.
Baridón fue totalmente excluido de toda participación por el Director Balfour, y de él escribirá, que es un hombre instruido y culto, pero que no entendía más que los otros de esta clase de empresa agrícola.
Había transcurrido el tiempo, solo el grupo de los valdenses se había radicado en la colonia, no llegaría el grupo de inmigrantes suizos y los empresarios se habían comprometido a radicar cuatrocientas familias de inmigrantes europeos; es por ello, que solicitarán al Gobierno provincial una nueva modificación del contrato y se redujera al número original de 150 familias.
El 25 de noviembre de 1873, el Senado y la Cámara de Representantes, sancionan una nueva ley que autoriza al Poder Ejecutivo, para que modifique el contrato de colonización, que sea reducida la cantidad de familias y la superficie del terreno sea de veinticinco leguas cuadradas y se otorgue a los empresarios la escritura de propiedad del terreno, previo justificación que se encuentran establecidas las 150 familias.
CENSOS DE POBLACION
Como consecuencia de ello, se dispuso la realización del primer Censo General de Población de la “Alexandra Colony”, con intervención del Juez de Paz de San Javier, el señor Juan Grobet.
El censo debía contener el nombre del jefe de familia, a continuación el de su esposa y finalmente el nombre de cada uno de sus hijos, y la nacionalidad de cada uno.
La operación censal fue concluida el día 20 de diciembre de 1873, resultando un total de 474 personas que habitan la colonia.
Por nacionalidades eran: 266 italianos, 107 ingleses, 14 suizos, 11 turcos, 9 dinamarqueses, 8 españoles, 6 alemanes, 5 franceses, 3 orientales, 2 americanos, 1 paraguayo y 1 portugués, además de 21 correntinos, 18 santafesinos y 2 entrerrianos.
Con esta información en poder de las autoridades provinciales, finalmente el 29 de enero, el Gobernador de la provincia suscribió la respectiva escritura de propiedad del terreno, el cual en definitiva estaba delimitado de la siguiente manera: al este, río San Javier; al oeste, arroyo Saladillo Amargo; al sur, Warner y Cía, y al norte, arroyo El Gusano o los límites de la nueva colonia Malabrigo, del Dr. Romang.
El Inspector de colonias Guillermo Coelho, al visitarla en el mes de abril de 1874, hace constar en su informe que los atrasos que sufre es por una mala administración, que se gastaron cantidades asombrosas de dinero, sin que se vea en que fueron empleados. Que cuando Balfour llegó, “encontró todo en un estado completo de anarquía…”, pero que ahora está encaminada y que de su extensión de 2.525 cuadras cuadradas, 607 están cultivadas y el total de habitantes es de 417 personas. Concluye afirmando que dará brillantes resultados a sus empresarios y prueba de ello, es la cantidad de familias que abandonaron otras colonias para radicarse en ésta.
Coelho, viajó desde Esquina hasta Alexandra, en el vaporcito de la colonia y luego, en el mismo fue trasladado hasta Colonia Eloisa y desde San Javier, regresó a Santa Fe en el Vapor “Quinto”.
El nuevo Director trató de poner orden en la colonia, en todos sus aspectos. Por ello, Balfour dispuso se practique una amplia rendición de cuentas, resultando que las cuentas dieron un saldo deudor de $ 7.204,50 bolivianos, (período septiembre 1871 a marzo 1873) en contra el ex-tesorero Abraham Fisher. La cuenta es presentada ante el Juez de Paz Diego Gil, quien dispuso trabar embargo sobre sus bienes. Toma intervención el apoderado Juan G. Helbling y efectúa la reclamación ante el Juzgado Comercial de Santa Fe.
Los colonos siempre reclamaban por los abusos que cometía el tesorero, respecto al resultado de sus cuentas personales; Fisher, debió cesar en su cargo y retornar a su tierra. A fines de ese año, Balfour retorna a Londres a dar noticias de su gestión.
Por pedido formulado por el Director, y luego, Juan G. Helbling, apoderado en Santa Fe de los empresarios ingleses, para completar un área de tierra faltante, el 20 de abril de 1875, el Agr. Livi realiza la mensura para determinar cuatro leguas cuadradas necesarias y de conformidad con la última ley dictada por la Legislatura provincial.
Hasta Europa llegarán también los reclamos de los colonos, por las malas condiciones de vida en que se encontraban, a varios años de haber llegado y sin que se cumplieran las promesas dadas antes de partir. Se quejaban del excesivo precio de las mercaderías, no haber recibido los animales para realizar los trabajos o la falta del necesario crédito a los colonos.
Baridón escribe al pastor inglés, haciéndole saber qué era lo que había que hacer para mejorar las condiciones de los colonos. Recibe por respuesta, que de sus conversaciones en Londres con el señor Weguelin, es conveniente que todo eso se lo haga saber al Director señor Balfour, ya que no hay tiempo para escuchar la lectura de sus cartas.
Los empresarios habían invertido importantes sumas de dinero al adquirir el terreno, subparcelarlo, incorporarle modernas máquinas agrícolas, realizar mejoras edilicias, trasladar desde Europa los colonos; quizás, el personal de la administración no fue el adecuado.
En todo momento los ingleses, defendieron sus intereses particulares por sobre los intereses de los colonos. Pretendían como era de suponer, un pronto y adecuado recupero del capital invertido.
Habiendo transcurrido un nuevo año y como la situación de los colonos no mejoraba, ante nuevos reclamos, el pastor Pendleton contesta excusándose, que “La casa “Thomson, Bonar and Co.” no me puso nunca al tanto de lo que pasa en la colonia…”
Las diferentes opiniones recibidas en Londres, según quién la emitiera en la “Alexandra Colony”, producirá ciertos roces entre los banqueros y el Pastor protector de los valdenses, a quien terminan por acusar como el responsable de lo que en ella ocurría.
En agosto de 1874 Baridón recibe otra carta, y en ella Pendleton reflexiona: “…las sociedades bancarias no hacen más que sus intereses, sin sentimentalismos, sin simpatías de carácter religioso o político o lingüístico..”.
Afirma que el joven Andrés Weguelin fue el primer director de la colonia y que había sido bastante más humano y más capaz que su sucesor, que “es persona capaz de todo, que no piensa sino en sí mismo y no tiene interés alguno en el bienestar de los pobres colonos”. Agrega que “el Major Rickard no forma más, parte de la empresa; se estableció en Londres como comerciante”.
Califica a Robert Balfour como muy dañino y el destructor de la colonia, advirtiendo a Baridón, que no haga compromisos definitivos con ellos, pues busca un nuevo y mejor lugar en el sur de Brasil, para ubicar a los colonos valdenses.
Concluye lamentándose que “En el lugar donde fluía leche y miel, no era destinado para los valdenses, sino únicamente para los ingleses”.
Pudo haber existido cierto aislamiento y postergación hacia los colonos valdenses, es significativo lo escrito por Richard Morgan, antiguo poblador de la Colonia Galesa en 1874: “…como verás por esta carta, he cambiado mi domicilio, he estado aquí (Colonia Alexandra) desde el 1 de agosto, y compré una estancia a medias con el Sr. J. Pugh, la razón por la que dejé San Javier fue por que creo que hay mejores precios para los productores agropecuarios que esta Colonia, que en San Javier al menos por los próximos años y además el lugar que compré puede ser trabajado más fácilmente que la tierra que tenia en Galencia, y como David ya estaba aquí terminé por comprar esta estancia…”
Lo mismo había ocurrido con otros jóvenes de las colonias vecinas: Rickard Griffiths, Lewis Burrell, William H. Moore (h), James R. Holman, William Beckley, Morgan Morgans, William Davies, Hugh Hughes, Henry Waspe y Griffith Price, que eran atraídos por el gran aporte de capital inglés y concentración de colonos que había.
Viendo los colonos valdenses que sus condiciones de vida no mejoraban y no se les ofrecían perspectivas de progreso, algunos comienzan a abandonar el lugar, emigran nuevamente a otras tierras, que les permitiera conseguir lo que tanto ansiaban, aquello por lo que un día habían decidido dejar sus casas en los Valles, dejando atrás la pobreza, progresar y llevar una mejor vida.
Hacia fines del año 1874, el Director Balfour abandona la colonia y regresa definitivamente a Londres, quedando de manifiesto su propio fracaso en el proceso colonizador iniciado por Weguelin.
Esta nueva situación hace que el colono Esteban Pavarin, en su breve pero valiosa narración histórica escriba:”…había que luchar con muchas dificultades y peripecias, por eso en el primer año se fueron 21 familias y esto se explica: venían de un país en que en un tiempo, Napoleón primero dijo a sus soldados: “os llevo a un país, el más hermoso y más fértil del mundo”, y se refería al Piamonte…”
Sentir de Pavarin que está, evidentemente influenciado por el añorado terruño, pretende decir que en Europa no tenían dificultades como aquí, aunque existía la superpoblación y la pobreza.
Napoleón antes de partir para su campaña militar a Italia, y ante el estado en que se encontraban sus soldados, los arenga para devolverles la esperanza y esto es lo que les dice: “Soldados, estáis desnudos y mal alimentados. Yo os llevaré a las llanuras más fértiles del mundo. Ricas provincias y grandes ciudades caerán en vuestro poder. Allí encontraréis honor, gloria y riqueza”.
Si bien el indio merodeaba la colonia, y producía algunos hurtos no se habían producido ataques sobre pobladores de ella, no obstante el colono, cuando salía al campo, ya sea para labrar la tierra o trabajar el monte, debía hacerlo con el arma de fuego en sus espaldas.
La recién fundada Colonia Mal Abrigo fue asaltada por indios montaraces, el 10 de junio de 1875 y secuestraron dos hijos de colonos, por lo que se recibió el pedido de auxilio de su fundador, el Dr. Romang. Jóvenes ingleses de la “Alexandra” acompañaron al Capitán William Moore en las tres expediciones que hizo al Gran Chaco, para tratar de recuperar las pequeñas víctimas. No se pudo encontrar a ninguno de los niños secuestrados, se toman indios prisioneros que en carretas llegan juntos a los expedicionarios a la Alexandra el 29 de septiembre, se tiene conocimiento que nuevamente los indios robaron caballos en la colonia; se continua viaje y el 6 de octubre, Moore entrega los prisioneros al Gobernador en la capital santafesina.
NUEVO DIRECTOR DE LA COLONIA
Arthur Littleton Powys, es designado como el nuevo director ya que todos consideran que era el mejor preparado, por múltiples razones, -entre las que se encontraba haber participado en la colonización de tierras en Nueva Zelanda- para sacar al proyecto de colonización agraria del estancamiento que se encontraba.
Advertidos de reiterados robos de caballos, el director Powys dispuso como principio de solución, -pero en forma totalmente arbitraria- la prohibición de ingresar a la colonia a toda persona desconocida que no tuviere un pasaporte o “papeleta” de alguna autoridad, caso contrario “corría el peligro de ser fusilado”. Disposición exagerada, extrema e ilegítima, que fue comunicada al Juez de Paz de San Javier, quien lo hizo a su vez al de Helvecia, pero también comunicó al Ministerio de Gobierno en Santa Fe.
Tenía origen en lo dispuesto por el Jefe de la Frontera Norte de la República Coronel Manuel Obligado que había dispuesto la “prohibición a los indios el salir fuera de los límites norte de los terrenos que le están señalados para vivir y autorizando a los colonos y vecinos a que tratasen como indios enemigos a los que se encontrasen fuera de dichos límites”.
El 7 de octubre, el Administrador Powys, el Juez de Paz William H. Moore(h), el colono James R. Holman y un peón nativo de guía, salieron desde la Casa de la Administración, hacia el interior de la colonia, tras los indios que días anteriores habían robado varios caballos, cerca del Saladillo encontraron huellas, la búsqueda continuó al día siguiente cuando de repente se encontraron en medio de una emboscada que una partida de 15 indios le prepararon, tras el enfrentamiento perdieron la vida Powys y Moore. Holman fue gravemente herido y el peón salvó la vida y pudo regresar en búsqueda de ayuda.
Este incidente con perdida de vidas de colonos, tiene repercusiones en Buenos Aires, el diario La Prensa, editorializará el 13 de octubre, bajo el título de “Los indios matando colonos. Como se prestigia al país en el exterior: …noticias como la de ayer ha sido leída en la Bolsa por todos y que ayer mismo fue recibida telegráficamente en Londres, tiene que producir allí una impresión desfavorable al arruinado crédito del país, que bien merecerían de los diarios del tesoro público algunas palabras que siquiera pretendieran atenuar la grave responsabilidad del Gobierno”.
En Londres, el Director del Banco J. Thomson, T. Bonar y Cía señor Christopher Weguelin recibe la noticia de la muerte de Powys y Moore, manifestando su sorpresa y desazón, y no saber cuales serán los pasos a seguir, ante ese desastre.
Nuevamente la colonia, se queda sin sus máximas autoridades, el administrador y el juez de paz; pero, justamente se encontraba de visita en ella el Inspector Coelho, por lo que según sus facultades, previa consulta a los colonos, nombró provisoriamente, como Juez de Paz al joven inglés de solo 22 años de edad, Samuel Wilding, quien se desempeñaba como Administrador de Correos.
En el mes de abril de este año 1875, se había establecido el sistema de mensajería, que estaba a cargo de Thomas Moore, y que en su recorrida, recogía toda la correspondencia de Correos de cada una de la colonias desde San Javier hasta El Rey; además, de servir para el traslado de pasajeros.
Entre tanto la concordia entre administradores ingleses y colonos valdenses, no existía; Baridón, es criticado y acusado de descuidar las tareas específicas para las que había sido contratado. También recaían las acusaciones sobre Pendleton, por haber sido él, quien recomendó a estos colonos valdenses.
Baridón fue liberado de las responsabilidades de ser el director de la colonia de los valdenses, que estaban ubicados en las tierras del sur, en el paraje Los Corrales. Pese a no haber recibido la porción de tierra que le habían prometido por las gestiones realizadas para verificar la calidad de la tierra, nunca fue partidario de abandonar el lugar, sino que había que persistir en el propósito, en la esperanza de que la situación mejorara.
Muchos habían sido los sacrificios vividos, desde que arribaron a la colonia, con las heridas sufridas por su hijo Miguel, ante el ataque de los indios, también su esposa María sufrió una grave enfermedad, como consecuencia del excesivo calor y su hija mayor Catalina, tras una corta enfermedad falleció el 8 de marzo de 1873 y fue sepultada en el cementerio de Alexandra.
Baridón no cederá en su empeño y viajará a Buenos Aires para presentarse ante el Cónsul Italiano, a quien informará de la grave situación en la que se encuentran los colonos valdenses y entregó una lista con los nombres de quienes en ella aún vivían.
El Cónsul le entrega una carta de presentación ante el Ministro Comisario para la Inmigración, señor Dillon, quien por su lado le proporcionó para los gastos que ocasione un viaje a Rosario de Tala, en la provincia de Entre Ríos, para radicarse allí si le convenía. Acompañado de un colono de apellido Pavarin, visita el lugar, quedando conforme con él, y habiendo perdido la confianza y las esperanzas en los proyectos de colonización que le había anunciado el Rev. Pendleton, finalmente resolvió también él, abandonar la “Alexandra Colony”.
El 5 de mayo de 1876 partirá Baridón junto a su familia y las de Agustín Tourn y Elíseo Rostagnol, para radicarse definitivamente en la nueva colonia de la provincia de Entre Ríos y olvidar ese gran proyecto de colonización agrícola que lo había traído a la Argentina.
Juan Pedro Baridón, falleció el 19 de enero de 1899, sin haber recibido el reconocimiento debido por su histórico accionar en favor de la colonización.
Muchos pobladores abandonan la colonia, y los que quedan van dejando el cultivo del trigo e introducen la explotación de la ganadería en sus tierras, pues rinde mayores beneficios. Quienes parten deben previamente pagar las deudas contraídas, en muchos casos entregando importante cantidad de animales vacunos, para desobligarse.
En septiembre de 1878, Santiago Salvagiot escribe a la Iglesia Valdense en Italia, informándole que solo quedan 22 familias valdenses, con un total de 125 personas. También los hombres solteros de diferentes nacionalidades, cuando se produce la disolución de la colonización, la abandonan.
En el año 1882, había sembrado solamente 900 acres de trigo y los empresarios ingleses, soportaban una crisis financiera, que los obligó a hipotecar la “Alexandra Colony”, pasado tres años, se produce su venta y definitiva disolución.
VENTA Y DISOLUCIÓN DE LA COLONIA
En 1884 la empresa colonizadora J. Thomson I. Bonar y Cía, analiza los hechos ocurridos, ya que en 1871 se quedó sin el fundador de la colonia cuando muere en manos de los indios, lo mismo que ocurre en 1875 con el director sustituto Arturo Powys, entre ambos había fracasado en su intervención el joven Balfour y en 1881, fallece en Londres el director del banco el señor Christopher Weguelin, prácticamente no había interés en mantener este emprendimiento y, en consecuencia deciden vender la colonia a la sociedad de hecho formada por los señores Antonio Zubelzu y Juan M. Ortiz.
La sociedad J. Thomson I. Bonar y Cía, domiciliada en la 57 y 1/2 Old Broad Street de Londres, estaba representada en el acto, por el socio Arthur John Eden, el 18 de octubre de 1884, quien comparece ante el Escribano John Venn de Londres y otorga poder especial al señor Downes Elland Norton, con domicilio en calle Córdoba esquina Puerto de la ciudad de Rosario de Santa Fe, de la República Argentina, para que venda al Sr. Antonio Zubelzu, con domicilio en calle Libertad 120 de Rosario y transfiera los campos, casas, posesiones, propiedades, hacienda vacuna, bienes muebles, que son conocidos como la Colonia Alexandra. Todo según el siguiente inventario y detalle:
1) Las 25 leguas cuadradas, a razón de 1100 libras esterlinas cada legua, o su equivalente en moneda nacional, con todo lo edificado, clavado y plantado, y las maquinarias y útiles
2) Toda la hacienda a razón de, los vacunos $ 6 m/n oro cada uno, los caballos a $ 8 y los derechos y acciones de la marca.
3) Se respetarán todos los contratos que según ventas o arrendamientos antes del 1 de octubre de 1884, hubiere hecho Thomson Bonar y Cía, con los colonos establecidos en el campo, debiéndosele otorgar escritura pública conforme esos convenios, y percibiendo el comprador en pago el saldo que adeudaren.
4) El archivo, planos y contabilidad relativos a la Colonia Alexandra, pasarán a los compradores. El pago se realizará al contado y en el momento de suscribir la escritura.
La escritura de venta se suscribió el 13 de abril de 1885, ante el Escribano Andrés G. del Solar de la ciudad de Rosario, por: Las dos fracciones de campo, sus poblaciones y posesiones, resultaron: 27.500 libras esterlinas, equivalen $ 138.650 m/n. Los 6463 vacunos, 85 caballos más el 20% por compensación sobre el valor de los animales, resultaron: $ 47.349,60 m/n.
Dos años antes, el 5 de marzo de 1883, Thomson Bonar y Cía por razones financieras debieron hipotecar el establecimiento de campo llamado “Alexandra Colony”, a favor de Adelaida Josefina Delawe, por 13.104 libras esterlinas. Decidida su venta y depositada la mencionada cantidad en el Banco Inglés del Río de la Plata de Rosario, se procedió a cancelar la hipoteca ese mismo día, para realizar la transferencia a favor de los compradores Zubelzu y Ortiz, ambos españoles que formaban una sociedad de hecho.
La “Alexandra Colony”, quizás fue producto de una colonización apresurada, en un paraje aislado, lejano, fuera de los limites de protección de la defensa nacional y heterogéneos grupos de colonos, en cuanto a su nacionalidad, costumbres e idiomas. Acabó en un desastre moral, además del económico que significó para cada uno de los colonos afectados.
Si bien la colonización agrícola fracasó, fue un buen negocio para los ingleses, compraron la tierra a bajo precio y la vendieron, haciendo una importantísima diferencia. Parte de la tierra fue vendida dos veces, primero a los colonos -a quienes no se les dio escritura- y luego a la sociedad española que adquirió la totalidad de la superficie de la colonia.
A partir de ahí, con el abandono del proyecto agrícola en gran escala, conocido como “Alexandra Colony”, la transferencia del terreno y la dispersión de más de la mitad de las familias colonias, este lugar será conocido simplemente como Alejandra y luego con el mismo nombre, el pueblo que se formó.
LOS QUE SE QUEDARON
Quienes permanecieron en ella, se dedicaron casi con exclusividad a la explotación ganadera; aunque, aquellos colonos que eran conocedores de la agricultura, persisten y continúan con la siembra de varios cereales y los granos cosechados son trasladados hasta San Javier para su comercialización. En estos casos la agricultura se realiza en menor escala, y para el consumo interno de las familias de la colonia, que se concentraron a orillas del río, entre Los Corralitos y la Estancia Pájaro Blanco. Fundamentalmente el trigo que era convertido en harina, en el molino que se conservó en las instalaciones de la Administración.
Luego, la mayoría de los pobladores se van convirtiendo de pequeños a importantes ganaderos, dado las condiciones naturales que ofrecían el terreno y especialmente la sociedad española Zubelzu y Ortiz, que convierten todas las tierras en campo de cría de miles de vacunos.
Se hará cargo de la administración de la colonia, José Pallarés, español, junto a su esposa Elvira Guerra de Pallares, vivirán en la Casa de la Administración, acompañados de una decena de empleados y peones.
La Iglesia Anglicana tenía como pastor, al Rev. James Ferguson, quien vivía junto a su esposa Ann Emery (ambos ingleses) y su recién nacida hija llamada Mayo.
Frente al Juzgado de Paz, estaba Julio Espina, quien vivía con su esposa Marcelina Godoy y sus tres hijas llamadas: Dérmofila, Rosa y Vicenta.
Como Jefe de Correos y telegrafista estaba Rómulo Figueroa, acompañado por el guarda hilos de origen austriaco, llamado Vacilio Tomasino.
Además, las familias de George Faulkner, su esposa Vicenta y 3 hijos; E. Juan Rivoira, su esposa Juana Tennet y 3 hijos; J. Luís Tourn, su esposa Carolina Mourglia y 4 hijos; Esteban Uribe con su esposa Felisa Ugarte y 3 hijos; D.Juan Mourglia, 4 hijos, su suegra Madalena Tourn y cuñado Daniel Tourn y Morgan Morgan, con su esposa María Davies y 5 hijos.
En el sector norte de la colonia, reservado para los ingleses, las familias de: Benjamin West, su esposa Ann Rachel (viuda de Hurt y Davies) y 11 hijos; R. Thomas Davies, su esposa Rachel Beckley y 1 hijos; Ch. Walter Davies, su esposa Anne Gallagher y 5 hijos; Neil Fisher, su esposa Bridgel Gallagher y 8 hijos; Adolfo Wilcken, su esposa y Teofilo Liebrecht; Thomas Beckley, su esposa Elisa Froideveaux; Guillermo Beckley, su esposa Rosina Meister, 1 hijo, su madre, su hermano y 1 cuñada; George Williams, su esposa Sara y 8 hijos; Jorge Moore, su esposa Ernestina Long y 1 hijo; José Moore, su esposa Jane Beckley, 1 hijo y 2 hermanos; José O’ Gorman, su esposa Roseta Beckley, 2 hijos y su padre; José Gallagher y su esposa Hannah Mc Brien; Michel O’ Connor, su esposa Sarah Mc Kinley y 6 hijos; David Morgan, su esposa Susana Mc Lean, 5 hijos, su hermano Richard y empleada Elizabeth Williams. y hombres solo: Richard Griffiths, William Newman, Lewis Davies y John Roberts.
En el sector sur de la colonia, reservado para los italianos, suizos y franceses, las familias de: Teresa Vda. de Gallay con sus 3 hijos: Filomena, su esposo José Migno y 8 hijos, Francisco, su esposa María Florito y 1 hijo y Alfonzo; Francisco Pache, su esposa Josefina y 4 hijos; George Spence, su esposa Enriqueta Mourglia y 5 hijos; Santiago Mourglia y su esposa Susana Rivoira; Juan Bertinat, su esposa Madalena Pontet, 7 hijos y Miguel Tourn; Daniel Grand, su esposa Susana Geymonat, 1 hija, su madre y 2 hermanos; Magdalena Pontet de Geymonat y 1 hijo; Santiago Pavarin, su esposa Magdalena Mourglia, 4 hijos, Enrique Pavarin y su esposa Margarita Mourglia; Catalina Peyrot de Meynet, su hija Magdalena y 1 nieto; Sidrac Rivoira, su esposa Margarita Pavarin y 2 hijos; Juan Daniel Tourn Pavillon, y 2 hijos: Enrique y Pedro y su esposa M.Paulina Tourn y 5 hijos; Enrique Salvagiot, su esposa María Bertinat y 6 hijos; Pablo Meynet y 2 hermanas; David Favatier, su esposa Judith Pontet y 7 hijos; María Geymonat de Uribe y 6 hijos; J. David Catalin, su esposa María Baridón y 7 hijos; Daniel Pavarin, su esposa Catalina Griset y 2 hijos; Charles Reynolds, su esposa Rosa Pavarin y 2 hijos; Antonio Forneron, su esposa Magdalena Salvagiot, su hijo Casimiro y su esposa Ana Catalin; Sebastian Irrazabal, su esposa Isabel Villalba y 5 hijos; José Florito, su esposa Alejandra y 8 hijos y el Maestro de escuela Santiago Salvagiot, su sobrina Eloisa Long, su esposo Nicolás Blasí y 4 hijos.
El poblado ahora conocido como Alejandra, se convierte de hecho, en el centro de reunión de los ganaderos, para realizar sus transacciones comerciales con su hacienda; era una pequeña agrupación de casas, ubicadas con frente a una calle principal, donde vivían las 14 familias ahí radicadas, que totalizaban 70 personas, mientras que otras 37 familias, se ubicaban en la zona rural y representaban 326 personas.
DISPERSIÓN DE COLONOS
Considerar a la “Alexandra Colony”, como “madre de colonias”, ya que con el abandono del proyecto de colonización agrícola iniciado por los ingleses y la venta de la tierra, se produce la dispersión de decenas de familias de colonos hacia distintos rumbos.
Marcelo Dalmas escribió: “Colonia Alejandra, como hemos visto, fue la primera madre que vio desparramarse sus hijos”.
El éxodo lo inicia Jean Pierre Baridón con su familia y las de Agustín Tourn y Eliseo Rostagnol, el 5 de mayo de 1876, hacia Rosario Tala, en la provincia de Entre Ríos. Posteriormente, lo imitaran otras familias, de origen valdense, hacia esa provincia y el Uruguay.
El 13 de abril de 1885, se formalizó la venta de la “Alexandra Colony” y el consecuente abandono de los ingleses, con lo que se acentúa el éxodo, particularmente hacia el norte del chaco santafesino.
En “I Valdesi in América”, del Prof. Naif Tourn, se afirma que se dispersaron hacia Las Garzas sud, cinco familias; Las Garzas norte, doce familias; Calchaquí, cinco familias; San Javier, cinco familias. En definitiva la dispersión de los colonos se hizo hacia:
a) El Sombrerito:Quienes aquí se radicaron, visitaron previamente el lugar, buscando terrenos aptos para la agricultura. Según lo puntualiza Francisco Geymonat en sus “Apuntes para la historia de El Sombrerito”, diversas fuentes coinciden en determinar sin lugar a dudas que esta colonia fue fundada por varias familias -todas de apellidos valdense- que en los años 1885 y 1886 abandonaron las “Alexandra”, a saber: Bertinat, Favatier, Geymonat, Pavarin, Rostan y Tourn.
De Antonio Tourn (padre) se sabe que “fue a hacer vivienda” mientras su esposa esperaba en Alexandra, el nacimiento de su hijo Antonio, producido el 3 de mayo de 1885.
Daniel e Isaías Bertinat (hijos de Jean Daniel), solicitaron tierras, en el mes de julio de 1885, en las que se supone que ya se habían radicado.
El mismo año, se establecieron las familias de David Favatier, Santiago y Carlos Tourn, y al año siguiente las familias Geymonat, Rostan y Jean Daniel Bertinat. En cuanto a la familia Pavarin, está documentado que para el 1 de noviembre de dicho año, ellos tenían solicitadas tierras, pero se desconoce fecha de su traslado.
Existe un diminuto, pero valioso documento en poder de la familia Geymonat que nos da una idea clara de cuándo y cómo, volvieron a emigrar, que dice: “del paCaro blanco 14 Enero 1886 llegada en la Garza el 25 de Enero 1886″. Consiste en una anotación que se atribuye a Esteban y refiere a su traslado, junto a su madre Magdalena Pontet viuda de Geymonat y dos hermanos llamados Pablo y Juan Daniel. Coincide con la constancia realizada ante el Juzgado de Paz de Alexandra, en la que Esteban en representación de su madre y en vista a un convenio celebrado el 11 de enero de 1886, hace efectiva devolución de una concesión de 109 acres, cedida por Thomson Bonar y Cía y ahora es devuelta a los nuevos empresarios Sres. Zubelzu y Ortiz, el 6 de agosto de ese año.
b) Las Garzas:A las 21 familias (13 suizas, 7 argentinas y 1 italiana) establecidas en Las Garzas, al momento de la mensura de su “sección” central (año 1884), se le sumaron varias familias emigradas de la “Alexandra”, ese mismo año o al siguiente: familias de Esteban Bertinat, Juan Daniel Mourglia, Susana Reymond y Susana Bertinat.
c) Colonia Florencia:La fundación de esta colonia por parte del inglés Eduardo Martín Langworthy, según Decreto del 21 de noviembre de 1883, será otro de los hechos determinantes para que más colonos abandonen la “Alexandra”.
En “Bosquejo Histórico de Florencia”, el historiador Brandolin, afirma que su fundador era socio de Thomson Bonar y Cía, y es por ello que en su viaje de reconocimiento de las tierras en enero de 1884, lo acompañaba el antiguo administrador de la “Alexandra”, Charles Henry Webster.
Por otro lado, en Colonia “Florencia” – Informe de esta Colonia en marzo de 1885 que presenta el Inspector de Agricultura Manuel Vázquez de la Morena, existe una nómina de las familias de colonos, y en ella encontramos a Neil Fisher, su mujer y ocho hijos; su suegro John Gallagher, su mujer e hijos; Joseph Gorman, su mujer e hijos, todas familias de origen inglés. Además, hombres solos tales como: Enrique Rostan, E. Pavarin, L. Pavarin, de origen francés e italianos. También, John Roberts, Hugh Jones, Griffith Jones, Robert Hurt, todos integrantes de la Colonia Galesa, algunos de ellos se habían radicado en la “Alexandra”. Todos, convocados quizá, por Webster para radicarse en la naciente Colonia.
d) Calchaquí:En el año 1889 se produce la fundación de Calchaquí, por parte del Banco Colonizador Nacional, a poco más de cuarenta kilómetros al oeste de “Alexandra”, lo que va a producir el abandono de otras familias para radicarse en esta nueva colonia, algunas de ellas son las de:
Sidrac Rivoira, su mujer Margarita Pavarin y sus dos hijos: Alex y Felix, el que luego se casará con Clara Tourn. Juan Luís Tourn, su mujer Carolina Mourglia y dos de sus hijos: Luís David, que se casó con Josefina Tourn y su hija Delfina. Esteban Manuel, que se casó con María Kolli y sus siete hijos, y tras enviudar se casó con Carolina Valiente y tuvo otros cinco hijos. Enrique Moore, su mujer Clementina Tourn y sus cuatro hijos y tras enviudar contrae segunda nupcias con Sara Catalina Tourn, con quien tiene cinco hijos. Luís Daniel Tourn, su mujer Josefina Tourn, sus tres hijos y su suegra, Magdalena Tourn de Tourn. Juan David Catalin, su mujer María Baridón y sus hijos David, Francisco y Alejandro. Alejo Uribe, su mujer Adelina Moore y siete hijos. Casimiro Fornerón, su mujer Magdalena Salvagiot y su numerosa familia.
e) Reconquista:Alejo Peyret, al recorrer esta colonia, escribe en “Una visita a las colonias de la República Argentina”: “…antiguos pobladores de otras colonias como Alejandra, ubicada al este de las tierras vendidas en Londres, “caballeros ilustrados”, molineros que introdujeron maquinas industriales y una masa de labradores…”. En síntesis podemos enumerar a:
Germán Soechting, su mujer Lina y cinco hijos; quien en el año 1875 se desempeñó como Juez de Paz en la “Alexandra Colony”, y después de Reconquista. Familias galesas: John Lloyd, su mujer Elizabeth Humphrey y sus dos hijos; Robert Jones, su mujer Margarita Humphrey y tres hijos, Robert Davies, su mujer Sara y tres hijos; William Robert, su mujer Elizabeth y cinco hijos; John Pugh, su mujer Clara Moore y nueve hijos; Griffith Price, su mujer Elizabeth Hughes y cinco hijos; Ellis Wynne, su hija, suegra y cuñado; Lewis Burrell; John Edward y David Jones. Jean Tourn, su mujer Rosa Durand y sus cuatro hijos. Henri Tourn. Enrique Pavarin. Cesar Henriet y su esposa Matilde Grion.
f) San Javier:Fueron pocas las familias que emigraron hacia esta población. La de Jean Daniel Long, cuando estuvo al frente de la mensajería y su hija Eloisa que se casó con Nicolás Blassí.
Daniel Rostan, su esposa María Beux y su hijo menor Juan; también el primogénito Pablo, que se casó con Gervasia Alzugaray.
g) Colonia Valdense. Uruguay.Juan Bartolo Tourn, casado con María Eugenia Durand, junto a sus tres hijos: Ernesto David, Alejandro y Juan Bartolo Levi: luego de cuatro años, volvieron a emigrar hacia Colonia Valdense, donde nacieron otros siete hijos y en el año 1888, volvieron a la Argentina para radicarse en San Carlos, donde nació la última de las hijas.
Resulta -entonces- que más de cuarenta familias (originarias o recientemente formadas), hacen abandono de la colonia y de alguna manera son fundadores de nuevas colonias.
Soy nieta del Pastor Evangélico Metodista Otto Gossweiler y quería comentarle que he leído con mucho interés su libro “Iglesias Evangélicas en la Alexandra”. Hace algunos años que hemos tratado de reconstruir la historia de mi abuelo Otto. En los Archivos de la Iglesia Metodista dice que “en 1916 a 1919 fue destinado a la Iglesia Central de Rosario en la Provincia de Santa Fe”. En su libro no aparece como Pastor sino que sería el Pastor Juan S Pardías. ´Se que su tiempo es poco pero cuando usted lo estime conveniente me gustaría saber si en esa époco el abuelo Otto, estuvo destacado en esa Iglesia.
Atentamente, Gloria
esto es increible
me ayudo un montón en la tarea de la casa de la administración quien lo escribió es todo un genio gracias